miércoles, 31 de octubre de 2012

PLANTA DEL MES DE OCTUBRE, JARDÍN BOTÁNICO SAN FERNANDO 2012


Barrilla, Salsola vermiculata L.

¿Sabías que?
Salsola vermiculata se denomina popularmente  barrilla, al igual que otras plantas de la familia quenopodiáceas que en conjunto se denominan plantas barrilleras, porque de su combustión se obtenía la piedra barrillera. Esta se  producía  al  quemar  gran  cantidad  de  plantas barrilleras, tras dejarlas secar al aire un tiempo, en un agujero en el suelo a modo de horno abierto. Tras la combustión, controlada por un maestro barrillero, se conseguía una masa gelatinosa que se enterraba hasta dejarla enfriar y convertirse en piedra. La piedra de barrilla se usaba en la industria del vidrio o para la obtención del jabón. Las cenizas de las plantas barrilleras obtenidas de la combustión total de la planta eran usadas tradicionalmente para hacer la colada. Salsola vermiculata es, en la Bahía de Cádiz, la principal planta hospedadora del Jopo de la marisma, Cynomorium coccineum,  especie incluida en el catálogo de especies amenazadas de Andalucía.
¿Dónde podemos encontrarla?
Planta Mediterránea que se distribuye desde Portugal hasta Asia Menor.
¿Dónde crece?
Crece en terrenos de carácter salino o yesoso, generalmente algo alterados. En las zonas litorales se asienta sobre arenas costeras, marismas y saladares.

¿Cómo es?


Mata perenne de hasta 1 metro de altura, muy irregularmente ramificada, con cierta vellosidad que le confiere un color verde ceniciento. Presenta hojas alternas, cilíndricas, dilatadas en la base y dispuestas en forma fasciculada. Las flores se agrupan en espigas terminales o axilares. Las flores no presentan corola, por lo que son de color verde y poco vistosas, y tienen una envuelta de sépalos que al madurar desarrollan un ala en el dorso que le confiere un aspecto escarioso al fruto.

jueves, 25 de octubre de 2012

SIRENAS EN EL MAR DE ALBORÁN

ESTE MES EN EL BOLETIN Nº28 DE LA RED DE VOLUNTARIOS AMBIENTALES DEL LITORAL ANDALUZ...




SIRENAS EN EL MAR DE ALBORÁN
Este mes la presencia de una foca de casco (Cystophora cristata, de origen ártico) en la desembocadura del río Guadalmedina (Málaga capital) ha llamado la atención de muchos andaluces. Sin embargo no es un hecho tan extraño como podía parecer. En cuevas de Málaga se han localizado huesos de foca monje (Monachus monachus). Según antropólogos en el periodo paleolítico su carne, piel y grasa eran muy apreciadas por los primeros pobladores del litoral malacitano. La primera cita escrita de estas focas fue realizada por Homero en su conocida obra literaria La Odisea y aunque nos parezca increíble, hace pocos años era posible avistarlas en la costa europea del mar de Alborán. Su último reducto andaluz se localizaba en Almería, en el «arrecife de las sirenas» de Cabo de Gata, que debe su nombre a la colonia de focas que albergaba en sus acantilados. En 1992 desapareció «Peluso», la última foca Monje en territorio español, habitaba en las islas Chafarinas, próximas a Melilla, como único superviviente en nuestras aguas de la numerosa colonia argelino-marroquí. Actualmente se estima que su población mundial se ha reducido a 500 ejemplares y por ello, su especie está considerada en peligro de extinción.
Desde hace dos décadas el Centro de Recuperación de Especies Marinas Amenazadas de la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca, viene registrando la llegada esporádica de focas de casco, que después de realizar miles de kilómetros desde su población de origen en el Atlántico norte, cruzan las «Columnas de Hércules» del estrecho de Gibraltar y se adentran en el mediterráneo andaluz. Parece ser, que individuos jóvenes de esta especie se lanzan a alta mar, hacia el Sur, aventurándose para
colonizar nuevos territorios y llegando a realizar hasta mil kilómetros sin tocar tierra. Podemos interpretar estos movimientos como nuevos intentos de recolonizar la costa del mar de Alborán, pero nuestro litoral está sobreconstruido, y en algunos puntos contaminado, la presión de la población humana hace casi improbables estas arriesgadas acciones de las aventureras focas del Norte. Quizás la pequeña Isla de Alborán pueda ser uno de los pocos enclaves que aún puedan ser habitados por estas focas e inspirar de nuevo leyendas marineras sobre las sirenas en el mare nostrum.
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