ESTE MES EN EL BOLETIN Nº28 DE LA RED DE VOLUNTARIOS AMBIENTALES DEL LITORAL ANDALUZ...
SIRENAS EN EL MAR DE ALBORÁN
Este mes la presencia de una foca de casco (Cystophora cristata, de
origen ártico) en la desembocadura del río Guadalmedina (Málaga capital) ha
llamado la atención de muchos andaluces. Sin embargo no es un hecho tan extraño
como podía parecer. En cuevas de Málaga se han localizado huesos de foca monje (Monachus
monachus). Según antropólogos en el periodo paleolítico su carne, piel y grasa
eran muy apreciadas por los primeros pobladores del litoral malacitano. La
primera cita escrita de estas focas fue realizada por Homero en su conocida
obra literaria La Odisea y aunque nos parezca increíble, hace pocos años era
posible avistarlas en la costa europea del mar de Alborán. Su último reducto
andaluz se localizaba en Almería, en el «arrecife de las sirenas» de Cabo de
Gata, que debe su nombre a la colonia de focas que albergaba en sus
acantilados. En 1992 desapareció «Peluso», la última foca Monje en territorio
español, habitaba en las islas Chafarinas, próximas a Melilla, como único
superviviente en nuestras aguas de la numerosa colonia argelino-marroquí. Actualmente
se estima que su población mundial se ha reducido a 500 ejemplares y por ello,
su especie está considerada en peligro de extinción.
Desde hace dos décadas el Centro de Recuperación de Especies Marinas
Amenazadas de la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca, viene
registrando la llegada esporádica de focas de casco, que después de realizar
miles de kilómetros desde su población de origen en el Atlántico norte, cruzan
las «Columnas de Hércules» del estrecho de Gibraltar y se adentran en el mediterráneo
andaluz. Parece ser, que individuos jóvenes de esta especie se lanzan a alta
mar, hacia el Sur, aventurándose para
colonizar nuevos territorios y llegando a realizar hasta mil kilómetros
sin tocar tierra. Podemos interpretar estos movimientos como nuevos intentos de
recolonizar la costa del mar de Alborán, pero nuestro litoral está sobreconstruido,
y en algunos puntos contaminado, la presión de la población humana hace casi
improbables estas arriesgadas acciones de las aventureras focas del Norte.
Quizás la pequeña Isla de Alborán pueda ser uno de los pocos enclaves que aún
puedan ser habitados por estas focas e inspirar de nuevo leyendas marineras
sobre las sirenas en el mare nostrum.
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